Nuestra historia

Matería Charrúa es una empresa que surge de un sueño hecho realidad.

En junio de 2007, estando en Montevideo en casa de mis papás tomando un té sin azúcar –apegándome a los regímenes más estrictos del veganismo-macrobiótico- le daba vueltas a mis ideas mientras contemplaba uno de esos temporales con vientos de más de 100 km/h y 2º ó 3º C que se viven en los crudos inviernos uruguayos. Decepcionado ya de la raza humana con mis cortos 27 años tras haber vivido en diferentes culturas, decidí hacer una última experiencia. Plasmar aquellos aprendizajes de mis viajes y andanzas por el budismo del que era tan adepto, sumándolos a mi principal adicción: VIAJAR.

Así es que emprendí una aventura intercultural subiéndome en julio de 2008 a una bicicleta bastante sencilla con mucho menos de lo que una persona promedio consideraría equipaje básico.

El equipaje se dividía en 4 secciones que iban correspondientemente a los lados de ambas ruedas (cocina, dormida, aseo, refacciones) y en el manillar (o manubrio) tenía el sleeping y un reproductor de mp3 con el que escuchaba audiolibros y rara vez, algo de música andina. Whatsapp no existía y Facebook justo estaba abriéndose aunque yo aún lo ignorara. Mi comunicación con los “míos” era casi nula y a través de algún cyber que con mucha suerte encontraría una o dos veces al mes.

Fueron miles de aventuras y anécdotas que registré en mi alma y en un rudimentario blog (que creo aún existe) y cientos de personas que me demostraron cuán equivocado estaba sobre mi apocalíptico parecer sobre la raza humana.

Durante esos más de 1000 días, disfruté, abracé, lloré, sufrí y pasé lo que pocos están dispuestos a vivir. Con un presupuesto de 5 dólares diarios, durmiendo en Cruz Roja, Bomberos y algún buen samaritano que me ofrecía posada en su casa, compartí alguno de los cuentos de lo que estaba viajando con mis anfitriones MATE de por medio, y veía como la gente se “arrimaba” por curiosidad y se quedaban compartiendo la “ronda” de ese MATE como si nos conociéramos de toda la vida.

Así fue que tres años después un 16 de septiembre de 2010, ingresé por el paso de “El Naranjo”, Tabasco a un país que sin conocerme me recibiría con el corazón abierto de par en par.

Maravillado por México, pero sobre todo por su pueblo –que es en realidad quien le da el valor y el color a este pedacito de tierra- decidí emprender una nueva aventura, compartir y devolverles a ustedes lo que en esos tres años viví y aprendí.

Casi quince años después de haber tocado por primera vez este increíble país, sigo pensándolo, y convencido de aquel precepto de Superstramp decidimos dar un paso más y en base a la demanda y conformidad de nuestros amigos-clientes, nos convertimos en importadores exclusivos de algunas marcas y distribuidores de otras. Apoyando a los artesanos del pueblo uruguayo, traemos para nuestros hermanos mexicanos y residentes la mejor calidad matera uruguaya.

Con mucha humildad, nos ponemos a su servicio mi equipo y yo como hace una década Latinoamérica puso su corazón al mío.

– Pablo Rusiñol

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