Presentamos el complemento perfecto para un buen asado y sin duda, junto con el mate, el más fiel y útil de todos los compañeros del gaucho uruguayo, argentino y chileno.

Los cuchillos DAGGER son internacionalmente conocidos por su calidad de hojas y por el trabajo en sus mangos.

En este caso los encabados son de tientos. Recordemos que los tientos, son finas tiras de cuero crudo. El trabajo del trenzado se realiza de manera completamente manual y es, realmente más que un artesano un artísta el manufacturero.

Trabajo que lleva varias horas y que sin duda destaca la manualidad y experiencia de estos trabajadores, pero sobre todo la conexión con esta cultura.

Los tientos son cuidadosamente tratados y -dado el caso- entintados.

Es cuidado milímetro a milímetro hasta el más mínimo de los detalles. Las vainas también cosidas a mano, trenzadas, remachadas y con incrustaciones de alpaca acompañan la belleza y calidad de estos verigeros.

Hoja de 14cm y 3mm de grosor.

Forjado en acero inoxidable 440 lo sificientemente sólido como para perdurar décadas en constante uso y lo suficientemente maleable como para poder afilarse.

Información de Wikipedia

El verijero es un cuchillo de no más de 15 cm de hoja al que se da un uso general en los ambientes rurales argentino, uruguayo y chileno. A diferencia del facón, que es un cuchillo mucho más largo que se lleva enganchado en la faja por detrás de la cintura, en la zona lumbar, este pequeño cuchillo se lleva por delante, sostenido por una faja cerca de la ingle, zona llamada «verija» por los gauchos.

Se utiliza para todo lo que pueda ser usado un cuchillo en las tareas rurales y domésticas. Así, sirve tanto para comer, capar un animal, picar tabaco; incluso rascarse la espalda o como escarbadientes. Como suele decirse en el campo, «sirve tanto pa’brir un asao como pa’cerrar una discusión».

Asimismo, el verijero suele ser objeto de culto, sobre todo por los amantes del asado, que suelen coleccionarlos, a pesar de tener uno preferido, el que generalmente llevan, cada uno el suyo.

A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, el verijero era también el arma usada por los guapos y malevos que concurrían a las milongas, lugares de bajo fondo donde nació el tango en las principales urbes rioplatenses.